Esto que voy a decir puede abrir alguna que otra herida, pero una vez cicatrizada mirarla y recordar estas palabras puedes ahorrarte muchas frustraciones.
Vivimos en un mundo en el que todo parece fácil, pierde kilos sin esfuerzo, ponte fuerte sin esfuerzo…. de verdad alguien piensa que hay un erudito que ha dado con la clave para solucionar uno de los mayores problemas que podemos encontrarnos a la hora de darle un cambio a nuestra salud o nuestra imagen en un reto de 90 días, comiendo lo que te de la gana y por 19,95€….
Siento ser yo quien te de un «babuchazo en la boca» pero no «miarma»
Cuando hablamos de salud tenemos que tener en cuenta una cantidad de variables TAN GRANDES que centrarnos en los rangos de una analítica solo es el primer paso para comprobar que vamos en la dirección correcta, pero ni muchísimo menos será la meta.
como seres sociales que somos nuestra relación con la comida puede verse afectada por terceros de ahí que nuestro entorno y como nos afecte sea también un factor determinante a la hora de abordar ciertas estrategias nutricionales para mejorar nuestra salud o imagen corporal.
Elegir algunas de estas «modas» será condenarnos al fracaso, al espejismo de ver unos kg menos en la báscula de forma temporal y cuando eso pase, como moda que es, ese oasis volverá a convertirse en el desierto por el que vagamos durante tanto tiempo sin encontrar cambios.
Abordar estos problemas con éxito es algo que puede llevarnos AÑOS y os explico el por que.
podemos tener la rutina de hacer deporte, podemos hacer una correcta selección de alimentos, podemos organizar bien nuestro día para darle la importancia que se merece al descanso, hacer todo esto durante unos meses está bien pero cuando integramos esto en nuestro día a día de tal forma que no tengamos que mirar un papel, o luchar con nuestra voluntad para respetarlo, entonces y solo entonces habremos logrado un verdadero cambio de hábitos, y con ello un cambio hacia una mejora de nuestra salud o de nuestra composición corporal.
Sin lugar a duda esto es lo más difícil, cambiar las «cervecitas» en la terraza de un bar por un plan en movimiento, el llevarte la comida preparada en lugar de comprar cualquier «guarrada» en una máquina expendedora, el llegar al fin de semana y no tener la necesidad de atragantarse a comida chatarra. son cosas en las que se puede caer a menudo y son pequeñas señales que nos muestran que aún nuestra rutina no es del todo acertada para lograr nuestro propósito.
Pero ahora es donde os tengo que quitar la tirita.
¿Realmente lo queremos?
cuando empiezo a trabajar con alguien una de mis primeras preguntas es…. ¿que objetivos tienes en mente? para mi esto es fundamental, ya hablaremos en otra entrada de las expectativas, pero prácticamente lo que suelo escuchar es:
quiero perder grasa, quiero ganar masa muscular, quiero comer mejor, quiero , quiero , quiero , quiero……
en toda esa lista de «quieros» se encierra un niño de 9 años escribiendo una carta a los reyes, pero con la diferencia de que para conseguir esos regalos el mismo tendrá que pagarlos y para pagarlos tendrá que trabajar, os imagináis si esto fuera así cuantos niños conseguirían sus regalos?, pues sería similar al numero de adultos que realmente consiguen sus objetivos. y es que cuando realmente tienes que «pagar el precio» de las cosas es cuando empiezas a valorar lo que valen.
quiero perder este michelin que me sale aquí…. ahh pero la cerveza los fines de semana?, tendré que vivir no ? ahhh quiero rendir mejor, pero pesar menos, ser rubio, poder comer fuera en el fin de semana, estar grande y definido……señor/a usted no necesita ayuda, usted necesita madurar.
cuando no conseguimos los objetivos propuestos nos frustramos, y nos preguntamos por que ya no progresamos si no estamos haciendo algo diferente de lo que hemos venido haciendo hasta ahora y realmente es sencillo.
para conseguir pequeños cambios basta con no hacer lo que estabas haciendo antes.
pero cuando realmente tienes que «pagar el precio» es cuando esa lista de juguetes empieza a ser cada vez mas corta y en ese momento como adultos responsables solo tenemos dos opciones:
trabajar para conseguir nuestros «regalos» o aprender a disfrutar del carbón.
Deja un comentario